Un viejo manual de espiritualidad ruso da el siguiente consejo: Cuando un pobre te pide una limosna, haz la señal de la cruz, mete la mano en la bolsa y di: “Hermano, Dios me ha bendecido, recibe de mi algo para ti y reza por mi”.
Los musulmanes tienen una formula parecida: Alá me ha bendecido, comparte conmigo su bendición
¿Acaso no tenemos claro que la situación que vivimos es una bendición de Dios?
Algo tan básico y a la vez esencial en nuestra vida, y que no depende de nuestra voluntad como es el lugar de nacimiento de cada uno ¿no pensamos que nos condiciona de por vida?
¿Viviríamos igual si en vez de nacer aquí hubiéramos nacido en un país subdesarrollado de África, o en la India? ¿Seria nuestra religión la misma? Casi con toda seguridad que no. Por eso, no seamos egoístas y no pensemos que todo lo que poseemos es porque nos lo merecemos, porque nos lo hemos currao, y compartamos un poco de esta bendición con los que no han sido tan agraciados como nosotros.
La limosna vivida con este animo pasa a ser oración y ofrenda. Los pequeños donativos que damos son importantes, pero no pueden hacernos olvidar que hay otras maneras de dar parte de lo nuestro a los demás: dar algo que en esta sociedad posiblemente tenga incluso mas valor que el dinero, nuestro tiempo. La caridad no siempre es cuestión de dinero, muchas veces, en la mayoría de los casos, solo se trata de tener claro el fin, y poner a trabajar en la dirección adecuada otros recursos que poseemos, trabajo, relaciones, amistades, contactos, habilidades, etc. Dime en que empleas tu tiempo y tu dinero y te diré donde está tu corazón.
La Bolsa de Caridad Virgen del Valle esta trabajando en la actualidad en la construcción de Zaqueo, algo mas que una casa de acogida, un hogar para los sin techo, pero solos no podemos, necesitamos dinero y un ejercito de voluntarios, no para la guerra y el odio, sino para la construcción del “Reino de Dios”