¿Jesús murió de frió en Málaga?
Pepe Moreno
Martes 10 de marzo de 2009, por Foro Diamantino (actualizado el 10 de marzo de 2009)
No conozco a la persona que escribió esta carta (que me he tomado la libertad de transcribir) sobre un mendigo que murió de frío en mi ciudad. Después de leerla me vino a la mente la siguiente pregunta:
¿Es correcto decir que también Jesús murió de frío ese día? (Quizás, a veces, se mira a Jesús y a toda su vida, como algo perteneciente al pasado, o sólo para recordarlo e imitarlo).
Hace pocos días murió de frió. Un mendigo, un hombre, una persona. Murió en la calle, sentado en el rincón que constituía su morada habitual. Creo que conozco algo la historia de este hombre, pero eso no viene a cuento ahora. Tan sólo un hecho cierto: Antonio, pues ese, debe ser su nombre, ha muerto en la más absoluta soledad; su compañero, esa noche del 16 de febrero, era el frió y se lo llevó para siempre. Y esta historia de personas que viven en la calle se reproduce mucho en nuestra ciudad, hasta el punto de verlos como algo normal. No miramos, sólo vemos a estas personas como parte del paisaje urbano. y nos hacemos insensibles ante esta terrible realidad. Y lo terrible es nuestra insensibilidad.
Es cierto que muchos de ellos han decídido esta forma de vida y no quieren cambiarla: ser mendigos, vivir en la calle. Pero, en pleno siglo XXI, ¿es justo que tengamos que asumir esta realidad como algo normal? También es cierto que existen personas con conciencia humanitaria, centros e instituciones que tratan de ayudar a estos hombres y mujeres; pero seamos sinceros, ¿cuánta frialdad hay en los corazones de los viandantes que se cruzan con estos mendigos? ¿No hay un desprecio contenido ante una imagen como la de Antonio? y así se mueve nuestra conciencia, tratando de justificar nuestros actos y actitudes como una defensa ante no sabemos qué acusación interior. Descansa en paz, Antonio.
José Olivero Palomeque. Málaga
(CartaPublicada en el diario SUR el sábado. 7 de Febrero)
Como él, hay millones de pobres y hambrientos, que ni siquiera pueden mendigar.
¿No nos recuerda todo esto la Parábola del Buen Samaritano?: Esas personas "religiosas" que pasaron (pasamos) de largo dejando tirado al herido. Y tuvo que ser un forastero quien lo socorrió y acogió con cariño.
¿O aquellas palabras: " Porque tuve hambre y me disteis de comer...?(Mateo, 25)
San Juan de la Cruz decía al respecto: "Al atardecer te examinarán del amor" (Dichos,59)
Pero ese AMOR (con mayúsculas) tendrá que implicar "la donación amorosa de nuestra propia vida, en seguimiento de Jesús, según nuestras posibilidades" (Gonzáles Faus, de su libro "El Rostro Humano de Dios", al reflexionar sobre la Eucaristía como memorial de la VIDA ENTREGADA de Jesús.
EN RESUMEN:
LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE para Jesús fueron y seguirán siendo, las personas, todos los seres humanos. Y preferentemente los más excluidos.
Sin esta intención, nuestros ritos, oraciones... NO TIENEN VALOR ALGUNO.(1ª Epístola de Juan, 4,20).
INTENTEMOS CAMBIAR.
Pepe Moreno
Martes 10 de marzo de 2009, por Foro Diamantino (actualizado el 10 de marzo de 2009)
No conozco a la persona que escribió esta carta (que me he tomado la libertad de transcribir) sobre un mendigo que murió de frío en mi ciudad. Después de leerla me vino a la mente la siguiente pregunta:
¿Es correcto decir que también Jesús murió de frío ese día? (Quizás, a veces, se mira a Jesús y a toda su vida, como algo perteneciente al pasado, o sólo para recordarlo e imitarlo).
Hace pocos días murió de frió. Un mendigo, un hombre, una persona. Murió en la calle, sentado en el rincón que constituía su morada habitual. Creo que conozco algo la historia de este hombre, pero eso no viene a cuento ahora. Tan sólo un hecho cierto: Antonio, pues ese, debe ser su nombre, ha muerto en la más absoluta soledad; su compañero, esa noche del 16 de febrero, era el frió y se lo llevó para siempre. Y esta historia de personas que viven en la calle se reproduce mucho en nuestra ciudad, hasta el punto de verlos como algo normal. No miramos, sólo vemos a estas personas como parte del paisaje urbano. y nos hacemos insensibles ante esta terrible realidad. Y lo terrible es nuestra insensibilidad.
Es cierto que muchos de ellos han decídido esta forma de vida y no quieren cambiarla: ser mendigos, vivir en la calle. Pero, en pleno siglo XXI, ¿es justo que tengamos que asumir esta realidad como algo normal? También es cierto que existen personas con conciencia humanitaria, centros e instituciones que tratan de ayudar a estos hombres y mujeres; pero seamos sinceros, ¿cuánta frialdad hay en los corazones de los viandantes que se cruzan con estos mendigos? ¿No hay un desprecio contenido ante una imagen como la de Antonio? y así se mueve nuestra conciencia, tratando de justificar nuestros actos y actitudes como una defensa ante no sabemos qué acusación interior. Descansa en paz, Antonio.
José Olivero Palomeque. Málaga
(CartaPublicada en el diario SUR el sábado. 7 de Febrero)
Como él, hay millones de pobres y hambrientos, que ni siquiera pueden mendigar.
¿No nos recuerda todo esto la Parábola del Buen Samaritano?: Esas personas "religiosas" que pasaron (pasamos) de largo dejando tirado al herido. Y tuvo que ser un forastero quien lo socorrió y acogió con cariño.
¿O aquellas palabras: " Porque tuve hambre y me disteis de comer...?(Mateo, 25)
San Juan de la Cruz decía al respecto: "Al atardecer te examinarán del amor" (Dichos,59)
Pero ese AMOR (con mayúsculas) tendrá que implicar "la donación amorosa de nuestra propia vida, en seguimiento de Jesús, según nuestras posibilidades" (Gonzáles Faus, de su libro "El Rostro Humano de Dios", al reflexionar sobre la Eucaristía como memorial de la VIDA ENTREGADA de Jesús.
EN RESUMEN:
LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE para Jesús fueron y seguirán siendo, las personas, todos los seres humanos. Y preferentemente los más excluidos.
Sin esta intención, nuestros ritos, oraciones... NO TIENEN VALOR ALGUNO.(1ª Epístola de Juan, 4,20).
INTENTEMOS CAMBIAR.
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